Rockuerdos

Crónicas de un fan del rock

miércoles, julio 16, 2008

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Estaba de vacaciones en Salta cuando salté de la silla al escuchar “Amor Descartable” por primera vez y pensé: “ahora si, se van derecho al estrellato”.
Ya lo había profetizado Charly en uno de los tantos recitales de Serú Girán que fui a ver: “Escuchen Virus loco”, nos dijo una noche empujándonos a nuevos tiempos de diversión.
Estos seis locos asaltaron al rock con una imagen muy personal y distinta a todo lo que veíamos y oíamos en ese momento, su música estaba muy ligada al look cuidado pero desfachatado que completaban sus letras y poses políticamente incorrectas.

Virus llegó a mi vida cuando comenzaba a decidir cual sería mi futura profesión y se convirtieron en estrellas cuando cursaba mis primeros años en la facultad.
Por eso mis mejores recuerdos de fiestas interminables y amores fugaces fueron inseparables de sus temas. Cómo no recordar aquellas vacaciones en Cosquín a principios del ‘86, cuando “Pronta Entrega”, especialmente la parte que dice: “la distancia va perdiendo su espesor” hacía estragos en mi corazón herido por una compañera de curso. El disco “Locura” era mi preferido en aquel momento y debo decir que no tengo “Nada Personal” contra Soda Stereo.

Federico Moura resplandecía en la banda con sus movimientos sensuales, su serena ambigüedad y con una de las voces más perfectas de nuestro rock.
Tuve el privilegio de conocerlo una templada noche en el patio de El Cortijo donde se celebraba una fiesta. El grupo venía de presentar “Virus Vivo” en el estadio abierto de Andes Talleres, cita que por nada del mundo me perdí.
Muy entrada la noche Federico asomó por detrás de mí junto a su hermano Julio. Lo saludé y luego de darle la mano sostuve un breve diálogo con él:
- ¿Querés?
- ¿Qué es?
- Jugo de naranja
- Bueno, dame…
Con un sorbo pequeño bebió de mi vaso, me lo devolvió con aplacada amabilidad, se fue y ya no lo volví a ver.
Hacía poco que el cometa Halley del que hablaba la canción, había dejado ver su brillante cola hasta la próxima vez que será en el 2060.
El que también trajo cola fue el disco “Superficies de Placer”, sobre todo su tapa, además por ese verso picante del tema Mirada Speed: “Me balanceo hasta acabar…”
¡Son tantos los recuerdos que atesoro! Tengo celosamente guardada la contratapa completa del diario Página/12 con su obituario.

Hace unos meses ví lo que queda de Virus en un recital al aire libre en el Parque Central. Esa calurosa noche que fue coronada por fuegos artificiales me hizo acordar con melancolía aquella vez que conocí a este artista perfecto, hermoso, veloz, luminoso, que desde el cielo sigue esparciendo sus polvos estelares para siempre… Como un cometa.