Rockuerdos

Crónicas de un fan del rock

jueves, agosto 17, 2006

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A mi único tío paterno las vueltas de la vida una vez lo llevaron a Buenos Aires. En la gran ciudad trabajó de taxista y tuvo como pasajero permanente a alguien muy especial, nada menos que a Guy Williams, “El Zorro” de la televisión, quien había decidido vivir en la Argentina y con su circo recorría todo el país.
Siempre me pareció raro que alguien vestido totalmente de negro sea el bueno e hiciera justicia, esas características eran más de los malos.
La cuestión es que el bueno de Guy no duró mucho. En el ‘89 lo encontraron muerto en su departamento porteño. Esa vez con la espada no pudo torcer su destino.
A principios del año ’87 yo llegué a Buenos Aires con un par de amigos a conocer a otro hombre de negro, pero éste estaba en la cima de su carrera.
El tren llegó muy temprano a Retiro que como siempre nos recibió con mucho frío, ¿será para que gocemos mejor del café con leche caliente, las medialunas y las tostadas con rulitos de manteca?
Puntualmente llegamos a Ferro con la ansiedad que sólo producen los grandes acontecimientos. El comienzo del éxtasis lo sentí al pisar el césped del estadio y explotó cuando el escenario se llenó de humo y comenzó el show con las cinco siluetas prácticamente inmóviles como en toda la noche negra y sin estrellas.
The Cure estaba con nosotros. Fue espectacular escuchar mis temas preferidos: “In Between Days” y “Just Like Heaven”.
El aspecto oscuro de Robert Smith con el pelo revuelto y cara de vampiro contrastaba con su voz tenue cuando hacía algún comentario, parecía un niño abandonado parado con las piernas cruzadas.
El pogo permanente hizo que perdiera a mis dos amigos pero al final nos encontramos y nos tiramos en el pasto para recuperar la energía perdida. Esto nos salvó porque al finalizar el show hubo disturbios a la salida del estadio, la policía montada –es que estábamos en Caballito- montó en cólera y repartió palos para todos. Al otro día las primeras planas de los diarios repetían el mismo título: Violencia en Ferro.
Yo tenía una tía que vivía en Capital así que me quedé unos días más. Fui a despedir a mis amigos a Retiro y cuando salí de la estación miré hacia el Sheraton y vi un grupo de gente en la entrada, eran fans de The Cure que fueron a despedirlos.
Nos hicieron formar en fila y esperamos más de una hora hasta que salieron todos juntos y corriendo se metieron en la limusina, menos Robert que se quedó apoyado en una puerta abierta de la limo firmando autógrafos. Yo estaba en la mitad de la fila y rogaba para que no se canse, ya quedaban doce delante de mí… once… estaba a escasos metros y pude ver claramente como los pelos salían de su cabeza blanca como ramilletes negros, también me sorprendió su baja estatura.
No se en qué momento se metió a la limo, cerró la puerta y partieron raudamente. Me quedé azorado… Peor quedó la darkie que estaba delante mío quien salió gritando y corriendo a perseguirlos.
Aunque la imagen de esta chica llorando sola en medio de la calle era desgarradora, yo respiré hondo y me fui cantando… “Boys Don’t Cry”.