Rockuerdos

Crónicas de un fan del rock

jueves, julio 20, 2006

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“Rojas y verdes, luces del amor…”

Siempre creí que las cosas que más queremos y recordamos nacen en ese momento indefinido que hay entre la niñez y la adolescencia y quedan en nuestro corazón para siempre. Por eso, de niño mi pasión por el fútbol y de adolescente por la música unieron a mis dos grandes ídolos: Ricardo Enrique Bochini y Luis Alberto Spinetta.
Recuerdo mi primer viaje a Buenos Aires, en el año ’73 cuando con mi viejo y mi hermano fuimos a la cancha de Independiente a ver al Rojo. Fue emocionante tomar el tren hacia el sur y llegar a la Doble Visera llena de hinchas, era la primera vez que iba a un estadio a ver un partido de primera división, tenía diez años. Esa tarde de domingo no presencié un partido cualquiera, sin saberlo fui testigo de un record que figura en el Libro Guiness: nuestro delantero Eduardo Maglioni le hizo tres goles en menos de dos minutos a Gimnasia y Esgrima de La Plata y ganamos 3 a 1. Después del partido fuimos al buffet del club y les hice firmar un banderín al héroe de esa tarde, también a Pepé Santoro y a Luis Garisto. El Bocha andaba por ahí, pero ninguno imaginó que estaba destinado a ser el máximo ídolo de Independiente.
Otra de las cosas que no me imaginaba es que en esos días El Flaco Spinetta estaba craneando Artaud, su obra maestra, la cual yo conocería varios años después.
Aquel año lo cerraba El Bocha con un golazo a la Juventus y nos daba la primera Copa Intercontinental.
Otra epopeya fue el Nacional ’77, cuando Independiente con ocho jugadores guiados por El Bocha empató un partido imposible y sobre la hora en Córdoba, frente a Talleres. La alegría de ese campeonato que vino por televisión en blanco y negro desde el Barrio Jardín cordobés era premonitoria, yo estaba conociendo “El Jardín de los Presentes”, el disco que más me gusta del rock nacional, y este partido elegido como el mejor de la historia del fútbol argentino, según una encuesta de la revista El Gráfico.
A esta altura mis pasiones adquirían cotas de extrema grandiosidad: El fútbol y el rock, con “El Bocha” y “El Flaco” como genuinos talentos industria nacional, dos genios irrepetibles, los que más felicidad me dieron en aquellos lejanos setentas y que se prolonga hasta hoy, recordando las innumerables alegrías que me regalaron con sus genialidades futbolísticas y musicales: gambetas, goles, campeonatos, temas, discos y recitales fueron las mejores vitaminas que acompañaron mi crecimiento.
Estos astros no sólo entrecruzaron sus órbitas en mí, también coincidieron en Acuario, el signo del arte y de los espíritus independientes –sobre todo El Bocha, ¿no?-
Otro flaco famoso no lo citó a la Selección, pero Bochini se repuso de la decepción de quedar afuera del mundial y con dos golazos al Pato Fillol en el Nacional ’78 nos daba otro campeonato frente al River del Capitán Beto.

En el año ’91 el Bocha cansado de ir a mojarse los pies a la luna, habrá pensado: “Ricky está listo, listo del Bocha”, y pasándose la mano por las pelusas de su cabeza decidió dejar las canchas. En otro rincón de la ciudad, El Flaco editaba “Pelusón of Milk”… Fin del resumen. Un auténtico Resumen Porteño.